Alberto Garzón Espinosa

La historia de España ha perdido a quien fue un destacado militante comunista que, como otros miles de camaradas, dedicó toda su vida a luchar por los derechos de los trabajadores. Santiago Carrillo fue para mi, ante todo, una persona que alguna vez tuvo el sueño de una sociedad sin clases. Quizás por esa razón, y porque consiguió llegar hasta los 97 años de vida con tal lucidez que le permitió intervenir en política hasta el último momento, no ha sido nunca una figura exenta de controversia.

Ya la dictadura franquista intentó personalizar en Carrillo la lucha por la democracia que estaba llevando a cabo el Partido Comunista de España, reduciendo a su sola figura el deseo de libertad de los españoles. Por supuesto, la aspiración franquista no era otra que destruir la idea comunista intentando destruir a sus referentes. Aún hoy la derecha conservadora gusta de repetir muchas de aquellas falaces e interesadas acusaciones que, más allá de ciertos matices, no tenían otro propósito que neutralizar la amenaza que suponía la libertad.